La Casa Rosada ha moderado el discurso. Desde que el presidente de la Nación, Mauricio Macri, reconoció la magnitud de la crisis económica argentina, el discurso hacia la sociedad se ha tornado más realista. El Gobierno nacional pasó de decir que “lo peor ya pasó” a señalar que “hay que tener cuidado con lo que estamos viviendo. Tres días consecutivos de tranquilidad no significa que las cosas se hayan resuelto”, como lo dijo el propio Macri el viernes pasado desde Mendoza. El dólar, sin embargo, le dio una tregua a la Argentina.
El Banco Central sorprendió con cambios de estrategias en la intervención cambiaria a lo largo de la semana pasando de hacer subastas anunciadas a intervenir libremente en algunas jornadas. La complementación de todos los anuncios y acciones por parte del equipo económico comenzó a mostrar sus frutos desde el miércoles con una incipiente estabilización del tipo de cambio que finalizando la semana cotiza en el mercado mayorista a $ 37, $ 2,50 por debajo del máximo alcanzado el jueves 30 de agosto, cuando el dólar trepó hasta los $ 42, y sin ningún tipo de intervención del Banco Central durante el jueves y el viernes, indica un reporte de Invecq Consultora Económica. Así, el dólar se estabilizó en torno de los $ 37,80 para el tipo vendedor, según los datos del Central. Sin embargo, “no es suficiente para pensar que esta crisis está acabada ni mucho menos, pero si en algunas semanas más la situación está controlada muy probablemente ubicaremos aquí el punto de inflexión”, advierte.
En el medio de todo esto, el Gobierno nacional adoptó una serie de medidas para llegar a la meta del déficit cero en 2019. No sólo focalizó la mirada en la reducción del gasto público, una medida que le causa encontronazos con las provincias, sino también que puso sus ojos en los ingresos.
De acuerdo a lo informado por el Ministerio de Hacienda, la mayor recaudación por retenciones, que aportaría $ 68.000 millones este año y $ 280.000 millones en 2019, permitiría reducir el déficit del año próximo en 1,1% del PBI, contribuyendo con el grueso de los recursos necesarios para alcanzar la nueva meta de equilibrio presupuestario.
En concreto, se estableció una alícuota de 12% para todos los bienes y servicios exportados, fijándose un tope de $ 4 por dólar para los productos primarios, las manufacturas de bajo valor agregado y los servicios, y otro de $3 por dólar para el resto de las exportaciones. En el caso particular de la soja y sus derivados, que ya se encontraban gravados, la nueva alícuota se adiciona a la preexistente, reduciéndose esta última al 18%, por lo que la imposición total para la oleaginosa y sus subproductos ascenderá inicialmente al 30%, señala un informe del Banco Ciudad de Buenos Aires.
Miradas diferentes
Desde el punto de vista económico, el ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis advirtió que, en el actual momento de la Argentina, se precisa un Gobierno mucho más pragmático. “Vamos a tener por lo menos dos años de recesión, la peor desde 2001, probablemente”, advirtió. “Si no nos estabilizamos desde el punto de vista financiero, esos fantasmas que tenemos pueden aparecer”, acotó.
Por su parte, el economista Fausto Spotorno reafirmó que este año no habrá crecimiento del PBI argentino y que a la economía le faltan varias materias para ser considerada sólida. “Falta mucho tiempo porque nuestra economía se ha deteriorado históricamente, somos los habitantes del mundo con más experiencia en crisis. No es por los últimos dos años ni los últimos 10, sino por los últimos 70 años. Como la economía es tan débil, nuestro ahorro es en dólares, en activos que se venden en dólares como los inmuebles o está en el exterior. Al que ahorró en pesos lo hemos estafado siempre”, remarcó en diálogo con Radio Mitre.
Desde una mirada estrictamente política, los analistas políticos también tienen divididas sus opiniones. Según la politóloga Gretel Ledo, es difícil contestar si lo peor de las turbulencias cambiarias ya pasó. “Sí podemos decir que en los últimos días hubo cierta estabilización del dólar. Creo que esto puede contribuir a modificar el diagnóstico acerca del rumbo del país”, indicó a LA GACETA. Sin embargo, advirtió que pensar en un dólar a $ 40 resulta una locura para la sociedad. “La estabilización en los últimos días del dólar ha permitido calmar, sustancialmente, los ánimos en el termómetro social, más allá de cuestiones sindicales puntuales. Esto le transmite cierta paz al Gobierno nacional, que deberá trabajar más sobre el compromiso y el pacto social de convivencia, que es fundamental para la Argentina”, argumentó.
En tanto, el analista Hugo Haime consideró que lo peor aún no llegó, más cuando se lo escucha al Presidente hablar de la emergencia, como también lo hicieron sus aliados políticos, como es el caso de la diputada Elisa Carrió, que dijo que “vamos a pasar los días más terribles de la Argentina, pero hay que resistir seis meses”.
Según Haime, el Gobierno nacional tiene dos problemas fundamentales: la pérdida de confianza externa y también la interna. “Es claro que cuando uno hace un sondeo, la respuesta más común es que los argentinos dejaron de confiar en el Gobierno y que Macri se quedó con su base electoral del 30%”, señaló. Y apuntó que eso está relacionado con la visión que tiene la sociedad de que “no se puede vivir con una inflación que puede llegar al 42% anual, mientras el salario se mueve al 25% en ese período”. “El gap (brecha) es de casi 20 puntos y eso genera cierta tensión social”, explicó. El resultado de ese proceso, a criterio del encuestador, es más pobreza y más desocupación.
Del lado de la desconfianza externa, Haime señaló a nuestro diario que eso se evidencia en los bonos argentinos, “que cotizan a precios de default”.
Un sondeo efectuado por la consultora de opinión pública de Raúl Aragón & Asociados advierte que el 35% de la población observa como malísima y grave la situación del país, en tanto un 26% la ve como caótica y desastrosa y 19% la ve complicada o difícil. También ese estudio demostró que el 62% de los encuestados dijo que le preocupa la situación del país, un 19% lo angustia y un 8,6% lo asusta. Por otro lado el 52% de los encuestados creen que desde que asumió Macri la pobreza aumentó mucho y sólo un 18% dice que aumentó poco.
Todo esto ha minado la imagen del líder de Cambiemos, lo que ha causado cierta preocupación en la Casa Rosada. La encuesta de Aragón sostiene que el 60% no votaría por Cristina Fernández de Kirchner y sí lo haría el 26% de los encuestados, mejor posicionada que el presidente de la Nación, aunque peor que la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal.